domingo, 30 de diciembre de 2012

Little Inferno: de 1984 a 2012


No se me ocurre un juego mejor para acabar el año y hacer balance. Hace frío, mucho frío. Lleva tanto tiempo nevando que ni siquiera recuerdas cuándo empezó, pero no pasa nada: eres el poseedor de una chimenea interactiva Little Inferno. Para mantenerte calentito, tendrás que quemar todas las pertenencias que compres en los siete catálogos que te ofrece Tomorrow Corporation, y eso incluye cartas y regalos de amigos. Uno de los primeros combos que debemos quemar juntos en esta chimenea se llama "Gran Hermano", y el título gira alrededor de esta idea durante cuatro o cinco horas de quemar, quemar, quemar y quemar. La tecnología puesta al servicio del Estado para la vigilancia de los ciudadanos, pero con gaticos de ojos saltones y palomitas de maíz. Parece que no hemos cambiado tanto. Sus creadores nos avisan de que la cara que vemos en el centro de la chimenea nos observa y de que detrás del juego hay un trasfondo mucho más serio.



Little Inferno hace una reflexión sobre los videojuegos (desarrolladores, juegos y jugadores), la evasión del entretenimiento, el consumismo, la soledad, la madurez y la velocidad a la que se desarrollan estos cambios. El sistema de juego tiene carencias voluntarias para caricaturizar lo absurdo de los juegos sociales como Farmville. Horas muertas mirando cómo se queman nuestras cosas en una chimenea, esperando a que se reduzcan a cenizas para seguir quemando, absortos en el fuego. Nuestro Hombre del Tiempo nos envía el parte meteorológico donde nos recomienda quedarnos en casa calentitos. Y lo quemamos, claro, porque si no no nos llega el dinero para incinerar ese mapache tan mono. Y sigue haciendo frío. Spoilers.

Meow
La crítica a la sociedad contemporánea (y sectaria) nunca es trivial. Cuando hablamos con la creadora de nuestra chimenea interactiva, nos cuenta que era consciente de que debíamos librarnos de ella y salir al mundo exterior, pero que lo hizo por nuestro bien. El entretenimiento es necesario para nuestra evasión en un mundo en el que cada vez hace más frío y las personas están tan cerca y a la vez tan lejos. Cuando despertamos de todo este sueño nebuloso, tras haber quemado todo nuestro contacto con la realidad y los vínculos con el verdadero calor, el humano, procedemos a dar El Gran Salto. Como siempre, los cambios drásticos son los que más cambian a un individuo, y Maxwell, a quien ya habíamos adoptado como nuestro alter ego de la infancia en algún momento del juego, afronta su nueva vida desde cero, preguntándose por el origen de toda esta pesadilla consumista en la que solo somos felices consiguiendo un objeto que ni siquiera necesitamos. Hacerse mayor, perder la inocencia, darse cuenta de lo verdaderamente importante y aprender a pensar por sí mismo, en el mundo real, con sus cosas malas no siempre enterradas por el brillo de las buenas. La premisa de Little Inferno es aparentemente sencilla y banal, pero sitúa en el punto de mira una serie de preguntas que ninguno queremos contestar: ¿aprovechamos el tiempo jugando? ¿Por qué dejar de hacerlo? ¿Son correctas nuestras prioridades? ¿Somos esclavos de la tecnología? ¿Estamos contentos siéndolo?

Para desarrollar un título como este hay que tener conocimientos, imaginación y mucho, mucho valor. Empaparse bien de todos los detalles de los productos de los catálogos y la cantidad de lecturas de la  secuencia final es un reto tan grande como conseguir no darle vueltas durante horas tras acabarlo. Tronquis, nuestro mundo está muy jodido.

Podemos quemar las fotos, pero no los recuerdos.

2 comentarios:

  1. Y sin comerlo ni beberlo, uno de los mejores juegos del año, necesario como pocos. Enorme primero por funcionar como videjuego en sí, con mecánicas sencillas, sí, pero efectivas, y segundo por invitar al jugador a reflexionar sobre su vida. Muy buen texto, de los que hacen falta sobre este tipo de juegos.

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  2. Y como no avisas de que habías publicado :U.

    Enorme como siempre.

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