domingo, 14 de octubre de 2012

Recetas de ayer y de hoy: novios decapitados



La fuerza de Lollipop Chainsaw reside en que sabe que es ridículo. Lo sabe y lo explota. El juego se presenta como un intento subversivo de retratar a la protagonista femenina de videojuegos como absurda e insensata. Juliet Starling actúa a la vez como animadora cazazombies y como uno de los estándares principales de los videojuegos: la idealización física de la mujer. Su profesor de artes marciales resulta ser un pervertido que le insta a dar volteretas laterales llevando ropa interior con volantes. Muy mona, por cierto. Y su estilo de lucha es mucho más efectivo con la ayuda de una barra de stripper. Ajá.

Juliet Starling es un personaje claramente seductor: buena delantera, top ajustado y poco discreto y una minifalda de tablas como aquetipo de rubia tonta. Durante el juego, consideraremos si se expone este problema o se explota. ¿Mi opinión? Lollipop Chainsaw no explota la misoginia ni el chauvinismo en la industria del videojuego, sino que le hace un guiño simpático que invita a pensar. La exagerada trivialidad de la que hace honor no es más que el centro de la diversión en sí misma. Lollipop Chainsaw es el The Cabin in the Woods de los videojuegos.

Mientras el juego está seguro de la competencia de Juliet, nosotros adoptamos el rol de una chica muy, muy tonta. ¿Y creemos en ella? Sí. Hablamos de un título sobre los excesos dentro de los propios juegos, que encuentra placer en los clichés, mientras los utiliza para maximizar su esplendor visual y el humor que se gasta. Los zooms y movimientos de cámara exploran las entrañas femeninas como siempre lo hemos visto en el cine y los videojuegos (sin mencionar el porno). Sin embargo, la diferencia principal de Lollipop Chainsaw es el grado en el que Juliet lo acepta y se regocija de su realidad. Trata de manera condescendiente a los personajes masculinos, como si fueran ratoncitos muy, muy adorables. Se preocupa constantemente por su peso y apariencia. Le encanta ir de compras. Tiene una motosierra y lleva la cabeza de su novio colgada de la falda. Es un estereotipo femenino oportuno e irónico.

A pesar de esto, Starling es fuerte, audaz y un tanto despreocupada en cuanto a enfrentarse a la muerte se refiere. ¿A mí, zombies, de qué? En un primer vistazo, estos rasgos le añaden profundidad e intriga a un personaje angustiosamente predecible. Sus características no son sorprendentes, sino obvias y cualidades indispensables en un héroe o heroína de videojuego. A Juliet le motivan y divierten los insultos, y ese es el punto central de su personaje. Es el tipo de heroína que mantiene su rol primario como objeto sexual, incluso cuando está salvando al mundo. Y mola de cojones si sabemos encajarlo.

Lollipop Chainsaw trae a primera línea nuestra lujuria con un personaje en 3D, llevándonos a enfrentarnos a nuestro propio deseo absurdo por los ideales irreales, como hacía Bayonetta. Nos hace cómplices de la cultura videojueguil que el juego revela abiertamente. Juliet, por otro lado, no subvierte nuestros prejuicios, solo los sanciona.

Como juego, Lollipop Chainsaw abandona toda apariencia de título cautivador y destapa a la novia perfecta que reafirma las sospechas de que el sexismo no es pa’ tanto, que sois todos unos exageraos y unos lloricas. Los desarrolladores han creado a Juliet a su imagen y semejanza: imaginativa, desvergonzada y poco seria. Ella, con sus coletitas y su minifalda, responde a todas las preguntas de vuestras novias implícitamente con cada sonrisa mordaz y cada decapitación gratuita.

Que de risas, vamos. A veces los hombres sois tan pretenciosos…

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