jueves, 30 de enero de 2014

Las chicas llevamos vaqueros


Hace un par de semanas me encontré con dos ex-compañeros de clase con los que mantuve una conversación muy curiosa. O no tan curiosa. Lamentablemente, y digo lamentablemente por la bilis que me despiertan a mí estas cuestiones y la condescendencia que suelo ver en el contrario, hablamos sobre feminismo y videojuegos. Yo no saqué el tema, lo juro. De hecho, puede que el asunto me dé más pereza que a vosotros. A pesar de las barbaridades que oí, me mantuve tranquila y después maté unos cuantos gatitos. La frase lapidaria fue: "no entiendo por qué tenéis el feminismo como bandera en ese mundillo, si está claro que es machista y ya no se puede hacer nada".

Jo-der. Entonces, ¿como las raíces son profundas, no hay que luchar por el cambio? OK, no sabía. Perdona, ¿me dejas pasar? Veo ahí una pistola. Pasaban dos cosas: la primera era que este chico (no involucrado en la prensa del videojuego) se sentía muy cómodo en la posición que comentábamos: "el machismo es algo que hay que aceptar y ya está". O en castellano: "a mí me viene bien, a vosotras qué más os da". Si aceptado está, tío, pero eso no quiere decir que sea correcto. La segunda cosa que pasaba salió a la luz unos minutos más tarde. El tipo dijo que nosotras recibíamos un trato de favor en el sector, y que no entendía por qué tanto alboroto con el tema del feminismo si "a nosotras también nos venía bien el machismo", que teníamos mucho morro. Ojo, no sé ni por dónde empezar, si por la confusión generalizada del término "feminismo" o por lo cómodos que están algunos en su burbuja de Don Draper.

Formas extremas de vergüenza ajena
Mejor no. Tengo decenas de anécdotas personales relacionadas con la discriminación y también con el trato de favor que desmontarían toda esa teoría, pero que más da, si esta no es solo mi lucha. A estas alturas del cuento, lo único que no me canso de repetir es que naturalizar u omitir una conducta indebida solo ayuda a que siga produciéndose. Y si quiero quejarme de que la ausencia de tela en el vestuario de tal personaje femenino es absurda, me voy a quejar. Aunque no sirva para nada. Porque de eso se trata: de dar pequeños pasos, de que exista una corriente alterna que se cuestione lo tradicional. Seguiré alucinando con ABC o La Razón, porque estar acostumbrados a sus necedades no nos hace menos merecedores de tener voz para denunciarlas.

Últimamente parece que uno no puede denunciar un comportamiento deleznable si ese comportamiento es habitual y "no sorprende". Ni de coña. Se tiene que hacer el doble, y digo yo que algún día, con tiempo, paciencia y presión, cambiará. Y si no cambia, al menos habremos dejado constancia de nuestro desacuerdo y de la importancia que puede tener una opinión en los valores de una persona. Estoy orgullosa de querer cambiar las cosas que vulneran cualquier derecho, no avergonzada. También es verdad que me encuentro a cada gilipollas...

Lo que molaría una superheroína que vistiera vaqueros, camiseta blanca y zapatillas planas es otra historia.

3 comentarios:

  1. Ese ex compañero tuyo y sus palabras me llena de ira homicida. Por esa regla de tres, ¿deberíamos haber dejado que las mujeres no votasen porque "es así y ya está"? No. Hay que luchar contra esa mierda. Aunque no se logre cambiar, hay que luchar, y nunca dejar de hacerlo. Que, si tiene que prevalecer una situación injusta, que no sea con nuestra cobarde aquiescencia o nuestra callada pusilanimidad.

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